
EL CHALO
Por Alexander Mateo ASPIRÓ HONDO, hizo puños, luego clavó con las uñas la palma de sus manos. Las mismas manos sudorosas que temblaban casi toda la semana al verla. Ahora, en la avenida, mientras esperaba debajo de la sombra rectangular que edificios enladrillados alargaban por toda la calzada de la calle Vilcanota, seguía con la […]
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