PLATÓN Y ¿POR QUÉ TODAVÍA NO EXISTE EQUIDAD ENTRE MUJERES Y VARONES?

COLABORACIONES:
PLATÓN Y ¿POR QUÉ TODAVÍA NO EXISTE EQUIDAD ENTRE MUJERES Y VARONES?
por Carmen Zavala

Cuando cumplí 14 años tenía ya derecho a ser miembro de la biblioteca nacional. Tomé el bus y llegué después de una hora de viaje al centro de la ciudad. No tenía claro qué exactamente quería leer. En la casa teníamos una pequeña biblioteca, que contenía entre muchos otras las obras completas de Shakespeare, varias obras de teatro de Bertolt Brecht, las Mil y una Noches en versión completa y con dibujos eróticos, varios de ciencia ficción, El Segundo Sexo, El Capital y un libro grueso de Fundamentos del marxismo-leninismo que mi madre había traído de Alemania Democrática. Pero estos últimos me parecían muy lentos y pesados para leer. Quería entender mejor y participar de manera más preparada en las frecuentes conversaciones sobre política que se daban en la familia y amigos de la familia. Así que ese día le pedí al asistente de la biblioteca que me diera un libro sobre política y me sacó La República de Platón.

No era lo que yo tenía en mente, pero resultó siendo muchísimo más interesante. Quedé fascinada con la combinación del profundo manejo del tema, la aguda argumentación y el ágil diálogo en el libro y lamenté que no lo hubiésemos tenido en nuestra biblioteca y que lo hubiese podido leer y estudiar antes. En especial me llamó la atención que hace 2000 años ya se había propuesto que los varones y las mujeres eran básicamente iguales y que debían ser educad@s de la misma manera y ejercer las mismas funciones en la sociedad. La idea de la comunidad de mujeres y niños para evitar el nepotismo, tan arraigado acá en América Latina y para permitir que las madres puedan seguir trabajando hombro a hombro con sus pares varones ya se planteaba en aquel entonces, mucho antes de que se tratara de implementar en los países socialistas. ¿Por qué en el Perú seguíamos estancados con tantas ideas y actitudes castrantes? Esta idea reforzó aún más en aquellos tiempos mis sospechas sobre el verdadero conocimiento y/o la buena voluntad de la mayoría de nuestros profesores, intelectuales y autoridades políticas.  Décadas después empecé a profundizar mis estudios sobre Platón. Sobre la equidad entre los hombres expuso lo siguiente:

¿Qué pensaba Platón hace mas de 2000 años sobre el papel de las mujeres en la sociedad y por qué eso es relevante hoy?

Contrariamente a lo que se suele enseñar en muchas cátedras universitarias de filosofía, la mayoría de los filósofos e intelectuales griegos no despreciaban a las mujeres, ni eran esclavistas, ni racistas. Del supuesto de que la clase dominante en aquella época defendía esa ideología de la discriminación, muchos catedráticos concluyen que también los intelectuales de esa época, incluyendo Platón debieron defenderla. Este argumento no se sostiene, pues los grandes filósofos e intelectuales en general no suelen compartir los prejuicios predominantes en la sociedad en la que viven. En su famoso, pero poco leído libro “La sociedad abierta y sus enemigos” el filósofo austríaco Karl Popper nos presenta varias pruebas de que los intelectuales de Atenas eran demócratas y mayoritariamente antiesclavistas[1] y que más bien estaban a un paso de abolir el esclavismo[2]. Todas estas referencias se suelen omitir en las cátedras cuando se habla sobre filosofía griega. Tampoco se suele entrar en detalle sobre la posición de Platón sobre las mujeres.

Platón hace mención a las mujeres principalmente en 3 textos:

  1. En el Banquete, donde Sócrates presenta a Diótima como su maestra sobre el amor y en general la maestra de toda su visión del mundo
  2. En la República, donde propone igualdad para mujeres y hombres en la educación y en el ejercicio de funciones en la sociedad, y
  3. En el Menéxeno, donde Sócrates presenta a Aspasia como su maestra en retórica

Diótima: la maestra de Sócrates

En el diálogo el Banquete una serie de intelectuales de la época se reúnen a comer, tomar y a escuchar a mujeres tocar la flauta y a danzar, para luego pasar a conversar sobre qué es el amor. Cada uno va exponiendo su versión sobre el amor. Cuando le toca el turno a Sócrates, éste menciona lo que según él le enseñó su maestra Diótima sobre el amor. A ella Sócrates le atribuye la teoría de la reminiscencia según la cual todos los seres humanos tienen en mayor o menor grado una misma capacidad de acceder al conocimiento, la cual se transmite de generación a generación. Esta transmisión ocurriría según Sócrates por reencarnación (hoy se explica por la memoria genética), pero también a través de los libros y de la procreación sexual.

Para nosotros hoy esta referencia es interesante, porque Platón

  1. posiciona a una mujer como maestra de Sócrates
  2. argumenta a favor de la igualdad esencial en las capacidades intelectuales entre varones y mujeres, ya que Diótima (y Sócrates y Platón) sostiene que éstas capacidades se transmiten de manera azarosa (o en todo caso desconocida para nosotros) de generación a generación y no de hombres a hombres o de mujeres a mujeres, o esclavos a esclavos.

Hasta el día de hoy hay gente que pretende probar que hay diferencias genéticas que hacen que los varones y las mujeres piensen de manera distinta (o que los negros, los blancos, los asiáticos y los cobrizos piensan distinto). El contenido de esta supuesta diferencia varía según el discurso ideológico. Así como, el discurso de la “Ética del cuidado” les atribuye dulzura, empatía y tendencia al cuidado del otro a las mujeres, el discurso clásico cristiano inspirado en el mito de Adán y Eva, les atribuye ser celosas, arteras, manipuladoras y mentirosas, características que el antifeminismo que se viene difundiendo en la última década le ha vuelto a atribuir a las mujeres.

En la antigüedad no había conocimientos de genética, pero existía la idea de fondo de que hay características biológicas no-modificables que serían la causa del comportamiento distinto de varones y mujeres o de humanos de diferente aspecto físico o de diferentes regiones.  Se decía que estas personas de aspecto diferente eran “esencialmente” diferentes en su forma de pensar y en sus capacidades intelectuales. Esta es la posición que Platón trataba de refutar. Las diferencias en el modo de pensar tendrían que ver más bien con la educación y esta explicaría la diferencia entre la forma de pensar entre varones y mujeres, hombres libres y esclavos, y personas de diferentes culturas. En La República se plantea una sociedad igualitaria en la que, a través de una educación igual para varones y mujeres, estas diferencias desaparecerían y se probaría que estas diferencias no habrían sido esenciales, sino producto de una mala educación.

La República: equidad entre mujeres y hombres

La principal referencia de Platón al tema de la equidad entre mujeres y hombres se encuentra en el diálogo La República. Allí Platón a través de Sócrates aboga por la igualdad de la educación y de las funciones en la sociedad para hombres y mujeres. Para ello argumenta en distintos sentidos:

“¿Creemos que las hembras de los perros guardianes deben vigilar lo que vigilen junto a los machos y cazar junto con ellos y hacer todo lo demás en común o acaso han de quedarse en casa, incapacitadas por los partos y la crianza de los cachorros, mientras que los otros tengan que trabajar y asumir todo el cuidado de los rebaños?

– Harán todo, en común -dijo (Glaucón, hermano de Platón)-; sólo que tratamos a las unas como a más débiles y a los otros como a más fuertes.

 – ¿Y es posible -dije yo (Sócrates)- emplear a un animal en las mismas tareas si no le das también la misma crianza y educación?

– No, no es posible.

OBSÉRVESE que acá se sostiene que las hembras son físicamente más débiles que los machos, en todas las especies de animales, pero que de allí no se desprende que las hembras canes, leonas o de otras especies animales se queden cuidando el hogar y a los cachorros mientras los machos van a cazar. Análogamente, si las mujeres en promedio son menos fuertes que sus pares varones, de allí no se desprende que deban limitarse al cuidado de los niños y que los varones tengan que salir a trabajar para hacer las veces de proveedores para las mujeres y los hijos. No ocurre así tampoco en las demás especies de animales sociales.

– Por tanto, si empleamos a las mujeres en las mismas tareas que a los hombres, será necesario también enseñarles las mismas cosas.  (…)

Por consiguiente, también habrá que instruir a las mujeres en la música y la gimnasia, e igualmente en los asuntos de la guerra; y será preciso tratarlas de la misma manera. (…)

La argumentación de Platón a través de Sócrates continúa entrando a detalles:

“- ¿Y conoces algún oficio ejercido por seres humanos en el cual no aventaje en todos esos aspectos el sexo de los varones al de las mujeres? ¿O vamos a extendernos hablando de la tejeduría y del cuidado de los pasteles y guisos, menesteres para los cuales parece valer algo el sexo femenino y en los que la derrota de éste sería cosa ridícula cual ninguna otra?

–   Tienes razón -respondió-; un sexo es ampliamente aventajado por el otro en todos o casi todos los aspectos. Cierto que hay muchas mujeres que superan a muchos varones en muchas cosas; pero en general ocurre como tú dices.

–   Por tanto, querido amigo, no existe ninguna actividad en la administración del Estado que sea propia de la mujer por ser mujer, ni que sea propia del varón por ser varón, sino que las dotes naturales están distribuidas por igual entre ambos sexos. Y las mujeres tienen por naturaleza capacidad para ejercer todas las actividades, y los varones tienen por naturaleza capacidad para ejercer todas las actividades, solo que la mujer es en todo más débil que el varón.

–   Efectivamente.

–   ¿Entonces vamos a encargarles todas las tareas a los varones y ninguna a las mujeres?

–  ¿Cómo podríamos?

–  Mas bien diremos, creo yo, que existen mujeres dotadas para la medicina y otras que no lo están; y que existen mujeres músicas y otras negadas por naturaleza para la música.

– Claro

– ¿Y no las hay acaso aptas para la gimnasia y el arte de la guerra y otras que nos son aguerridas y que detestan la gimnasia?

-Así me parece a mí.

– ¿Y no hay acaso las que aman la sabiduría y otras que la detestan? ¿Y unas fogosas y otras sin ánimo?

-También las hay.

– Por tanto, existen también las mujeres aptas para ser guardianas y las que no lo son. ¿No fue acaso así que seleccionamos a los varones que son aptos por naturaleza para ser guardianes?“

(Platón. La República. Libro V 455c – 456b)

OBSÉRVESE que se plantea la necesidad de una educación igual para varones y mujeres para que puedan servir mejor al Estado. La argumentación parte de la preocupación por el bien de la sociedad y no por el bien de las mujeres como individuos (pues no se supone que las mujeres sean seres desvalidos).

Se sostiene además que las mujeres son en promedio físicamente más débiles que los varones, pero de este argumento, no se desprende que deba haber una diferencia en las funciones que deban ejercer varones y mujeres, puesto que serían algo más débiles que los varones en cualquier tarea, también serían más débiles para cuidar a los niños, cocinar y otras actividades que se le asignan clásicamente a las mujeres y que los varones tendrían más fuerza para ejercer. Por ello no tendría sentido asignarles esas actividades y no la de militar, gobernante o cualquier otra actividad de la política pública.

La comunidad sexual de mujeres y varones

La argumentación de Platón sobre la equidad entre varones y mujeres no se limita a la parte de la educación y las labores intelectuales, físicas y políticas. También al ejercicio de su sexualidad:

“..acaso existe para el Estado algo mejor que el que haya en él mujeres y varones dotados de la mayor excelencia posible?

– No, no hay nada.

– ¿Y esto acaso no lo logrará la música y la gimnástica si la implementamos como lo hemos descrito?

– Claro

– Entonces, la institución que hemos establecido no solo es algo que es posible, sino que es también lo mejor para la ciudad.

– Así es.

– Deberán, pues, desnudarse las mujeres guardianas ya que en vez de estar cubiertas con vestidos estarán cubiertas con su virtud. Y deberán tomar parte tanto en la guerra como en las demás tareas de vigilancia pública junto con los varones sin dedicarse a ninguna otra cosa. Pero se le asignarán a las mujeres tareas más llevaderas que a los varones ya que por su sexo son más débiles. En cuanto al varón inmaduro que se ría de las mujeres desnudas que se ejercitan con los más nobles fines, (…) no sabe, según parece, ni de qué se ríe ni  qué es lo que hace; pues como dice el dicho: que lo útil es hermoso y lo nocivo es feo.

OBSÉRVESE que ya Platón en la antigüedad criticaba la cucufatería, como señal de atraso cultural.

   Pero quizá mucho de lo que estamos diciendo, por ser contrario a lo que estamos acostumbrados, –dije (Sócrates)- parecería ridículo, si llegara a concretarse como lo estamos planteando.

–  Efectivamente -dijo (Glaucón).

 – ¿Y qué es lo que te parece que da más risa en esto? – pregunté yo (Sócrates)-. ¿No será, acaso el que las mujeres se ejerciten desnudas en las palestras junto a los varones, y no sólo las jóvenes, sino también las maduras, así como esos varones mayores que, aunque estén arrugados y su aspecto sea desagradable, gustan de ejercitarse en los gimnasios?

– ¡Sí, por Zeus! -exclamó (Glaucón) Obviamente se consideraría ridículo, al menos en las circunstancias actuales.

–   Pues bien -dije (Sócrates)-, ya que hemos empezado a hablar sobre esto, no debemos retroceder por miedo a las burlas con las que los pícaros recibirían esta gran innovación, y toda la gran cantidad de comentarios ácidos que harían sobre los gimnasios y la música y no menos con respecto al manejo de las armas y a montar caballos.

– Tienes razón -dijo (Glaucón).

–  Al contrario, ya que hemos comenzado a hablar, hay que avanzar por el escarpado camino de nuestra ley, y pedirles a ellos que dejen de actuar según su costumbre y que se pongan serios y recordarles que no hace mucho tiempo a los griegos les parecía vergonzoso y ridículo lo que ahora se lo parece a la mayoría de los bárbaros, esto es, el que los varones se dejen ver desnudos. Y que, cuando primero los cretenses y luego los espartanos empezaron a practicar en los gimnasios, los pícaros de aquel entonces se deben haber burlado de todo eso también, ¿no crees?

– Ciertamente. (Platón. La República. Libro V 457 a-b)

HOY: Platón acá y en otras partes del diálogo es claro en que las mujeres no solo deben ejercer las mismas funciones que los varones, sino que deben ejercer su sexualidad libremente igual que los varones. Hoy en día, en cambio, muchos grupos que luchan por los intereses de las mujeres han decidido no incluir en su agenda la discriminación contra el libre ejercicio de la sexualidad de las mujeres. Es decir que pretenden que los varones tengan una vida sexual libre, pero que las mujeres sean castas y que se limiten a luchar por la equidad en el ámbito laboral. Esto ocurre sobre todo entre determinados grupos políticos del tercer mundo y se debe a los rezagos religiosos entre dirigentes políticos pseudo-marxistas, progresistas islámicos, católicos progres y otros supuestos grupos de luchadores sociales o anticoloniales. Estos grupos dirigidos principalmente por varones que no se han liberado de los rezagos religiosos que le fueron transmitidos por sus familias, tratan de evitar cualquier discusión sobre el tema de la sexualidad libre de las mujeres, llamándolo una preocupación “pequeño-burguesa” u “occidental”. Consideran valioso luchar por conservar las tradiciones de “su cultura”, entendiendo como “cultura” al paquete de prejuicios que le fue impuesto a la sociedad por los grupos dominantes.

Guarderías comunitarias como única posibilidad de un pleno desarrollo igual para mujeres y varones

Platón reconoce que en las sociedades tradicionales la maternidad es una etapa larga en la vida de las mujeres en las que estas se han tenido que retraer de la vida política y social de la sociedad por cuidar a los niños. Esta carga ha relegado a las mujeres que solían tener entre 4 a 10 hijos a empobrecer su espíritu y su cuerpo, alimentado así la narrativa sobre los estereotipos clásicos sobre las mujeres.

Por ello Platón propone guarderías comunitarias para que la crianza de los niños se realice conjuntamente tanto por varones y mujeres, dejando a las mujeres seguir ocupando sus funciones en la sociedad igual que los varones.

“-Y cuando nazcan los niños, de éstos se encargarán las autoridades asignadas, que pueden ser varones o mujeres o ambos a la vez; pues los cargos son sin duda comunes a las mujeres y a los varones.”

(…)

Estas autoridades también se encargarán de la crianza, y de conducir a las madres a la guardería cuando estén con los pechos henchidos, poniendo el máximo ingenio para que ninguna perciba cuál es su hijo; y si ellas no tuviesen suficiente leche, la proveerán otras mujeres que sí la tengan, y cuidarán de que su período de lactancia dure un periodo razonable de tiempo; y en cuanto a las vigilias y otras penurias, las transferirán a las nodrizas y a las encargadas de la guardería. (Sócrates)

-¡ Va a ser fácil para las mujeres tener hijos (…)! (Glaucón)

-Así debería ser -respondí (Sócrates)-“ (República 460)

HOY: Cada vez se avanza más en la implementación de guarderías a nivel mundial. Sin embargo, se lo suele plantear como una suerte de dádiva a las mujeres, porque l@s niñ@s no son considerad@s los futuros ciudadanos de la sociedad. El presupuesto del Estado para la educación integral de los niños no se considera una inversión de la sociedad para el futuro de la humanidad y por lo tanto suele ser magro. Por esa razón en las guarderías públicas o en las privadas de bajo presupuesto, algunas veces el personal que contratan no es tan calificado, como debería ser. Como resultado de esta dejadez en la educación preescolar surgen “estudios” que muestran que es mejor para l@s niñ@s que los eduquen en casa, o sea, que las mujeres se queden en casa cuidándolos y no hagan carrera. Es posible que en algunos casos unos padres con un nivel alto de educación y muy dedicados a sus hijos tengan un mejor resultado en la educación de los niños de 3 meses a 3 años que un personal poco preparado en una guardería. En la mayoría de los casos, sin embargo, y sobre todo en el caso de la gran masa de personas que no disponen de altos ingresos, no hay ninguna garantía de que los padres biológicos tengan la posibilidad o se esfuercen en darle los estímulos, paseos y contactos con coetáneos deseables para un buen desarrollo. Muchas veces también las relaciones en el hogar además pueden ser tóxicas y el afecto y atención que dan los padres, mínimo.

Anecdóticamente contaré que muchas veces personas tóxicas y/o vacías de entusiasmo por la vida y de interés por el mundo me han hablado en contra de las guarderías y a favor de la educación en casa por parte de las madres biológicas. Añaden, como si supiesen, que en las guarderías los niños al no recibir el afecto exclusivo de una madre saldrían traumados. Yo les cuento entonces que mi hermano y yo nos hemos educado en una guardería de lunes a viernes y que mi madre nos recogía los viernes en la noche y nos devolvía los domingos en la noche a la guardería cuando ella estudiaba a tiempo completo en Leipzig. Añado además que a lo largo de mi vida he conocido personas que también se habían criado en guarderías a tiempo completo en Cuba o en algún Kibbutz en Israel y que todos ellos y nosotros éramos muy balanceados y sanos de espíritu. A esto normalmente aquellas personas responden con algún chiste tóxico. Lo tomo de quien viene.

Aspasia: La filósofa política

El tercer diálogo donde Platón trata el tema de las mujeres es el diálogo Menéxeno[3] (que por cierto es también el nombre de uno de los hijos de Sócrates[4]). En este texto una mujer asume el papel principal del diálogo. Se trata de Aspasia, la compañera intelectual del gobernante ateniense demócrata Pericles y maestra de Sócrates.

Aspasia fue una intelectual jonia, nacida en Mileto (Turquía), que fundó un salón filosófico en Atenas, donde no sólo era anfitriona, sino también una apreciada oradora. A partir de las referencias de otros filósofos y testigos contemporáneos, está claro que Aspasia tuvo contacto con las nuevas corrientes filosóficas de Jonia. Sócrates, Sófocles, Eurípides y muchos otros de la élite intelectual de la época frecuentaban su casa. Por su calidad de extranjera e intelectual fue retratada y menospreciada como hetaira por los comediantes de la época (prensa amarilla de la época), especialmente por Aristófanes.

“De la fama y controversia de la figura de Aspasia en Atenas, además del proceso sufrido bajo la acusación de impiedad, deja constancia el hecho de que cuatro de los discípulos de Sócrates, o bien escribieron obras tituladas Aspasia, o bien se refieren a ella no de un modo ocasional. Contemporáneo al Menéxeno el filósofo Esquines escribió un diálogo titulado Aspasia. El diálogo de Esquines presenta a Aspasia como una mujer sabia y hábil para hablar, una mujer que tiene escuela~. Jenofonte se refiere a ella en numerosas ocasiones y Antístenes compuso una obra titulada Aspasia de la que nos da cuenta Diógenes Laercio”[5]

Pericles, el gran estratega y gobernante demócrata de Atenas, dejó a su esposa ateniense para casarse con Aspasia. Pero el matrimonio entre un ateniense y una mujer extranjera no era un matrimonio legalmente válido en Atenas, lo que llevó a que sus detractores la representaran como la amante o hetaira de Pericles. Aspasia tuvo un hijo con Pericles, Pericles II. Debido a la nueva ley de derechos civiles de 451/450 a.C. introducida anteriormente por el propio Pericles, solo podían ser ciudadanos con plenos derechos los hijos de uniones donde ambos padres fuesen atenienses. Por lo tanto, Pericles el Joven, que más tarde se convertiría en general ateniense, quedó inicialmente excluido de la ciudadanía. A las habladurías contra Aspasia le siguieron acusaciones de que ella había sido la responsable del estallido de la Revuelta Samia (Jonia, 441 a.C.) y otra de impiedad y proxenetismo (433/32 a.C.). El propio Pericles sólo pudo lograr con gran esfuerzo que fuera absuelta.

Esta mujer es la que Sócrates llama su maestra y que protagoniza el diálogo Menéxeno

El diálogo se inicia con que Sócrates se encuentra con Menéxeno, el cual viene del ágora y cuenta que están buscando a alguien que dé el discurso fúnebre a los deudos con motivo del entierro público que se llevará a cabo después de la guerra. Sócrates comenta que prácticamente cualquiera puede dar ese discurso, pues no hay mayor dificultad en elogiar a los atenienses frente a los atenienses, o a los espartanos frente a los espartanos. Lo difícil sería elogiar a los atenienses frente a los espartanos, o a los espartanos frente a los atenienses[6].

“¿Acaso tú mismo, Sócrates, crees que estarías en capacidad de dar ese discurso si tuvieras que hacerlo y el Consejo te eligiese?” (Menéxeno 235) le pregunta Menéxeno a Sócrates y éste le contesta que no llama la atención que efectivamente él esté en capacidad de dar ese discurso fúnebre ya que al igual que muchos otros grandes oradores griegos, entre ellos el mejor de todos Pericles, ha sido alumno de oratoria de Aspasia, la compañera de Pericles. Y como Aspasia le había mostrado el día anterior a Sócrates el discurso que ella había preparado para esta ocasión, Menéxeno le pide a Sócrates que le recite lo que ella dijo.

Al inicio del diálogo Sócrates había dicho de manera irónica que la guerra era una gran cosa, porque después de toda guerra se les organizaba un discurso fúnebre a los caídos, donde se alababa incluso a los más inútiles y buenos para nada, como si hubiesen sido grandes varones.

En este discurso Aspasia con gran capacidad retórica empieza alabando a los atenienses declarando que estos son grandes varones, por el mero hecho de haber nacido en Atenas (Menéxeno 237).

Para sazonar esta idea Aspasia llega a decir lo siguiente:

“Así es en verdad de segura y sana la generosidad y la independencia de nuestra ciudad, hostil por naturaleza al bárbaro, porque somos griegos puros y sin mezcla de bárbaros. Pues no viven con nosotros ni Pélope (Frigia-Turquía), ni Cadmos (Sidón-Palestina), ni Egiptos (Arabia) o Dánaos (Libia), ni tantos otros que son bárbaros por naturaleza y griegos sólo por la ley, sino que vivimos aquí como griegos puros y no como inquilinos. Por eso la ciudad está imbuida de un odio completamente puro hacia los extranjeros.” (254c-d)

Primero Aspasia celebra el odio de los atenienses a los extranjeros como a ella y a su hijo, como un odio completamente puro, y luego añade que es una suerte que una serie de diversos personajes extranjeros no estén viviendo entre los griegos. Pero la lista de los personajes extranjeros que cita, son todos parte de los fundadores del mundo griego o el imperio ateniense.

Pélope según la mitología griega era hijo del rey frigio Tántalo y de la hija de Atlas, Dione (es decir, de Turquía). Los territorios controlados por Pélope llegaron a ser todo aquellos que se llamó después el Peloponeso “isla de Pélope”, es decir, Esparta. En tanto era un personaje parte del mito fundacional de Grecia durante la Guerra de Troya se dice que sus huesos fueron llevados a Troya (Turquía) porque un oráculo afirmó que eso los llevaría a ganar la guerra.

Cadmos por otra parte fue el hijo legendario del rey fenicio Agenor de Sidón (Palestina) y de Telefasa. Fue el fundador de Tebas (al noroeste de Atenas) y se dice que introdujo el alfabeto en Grecia. Cuando su hermana Europa fue raptada por Zeus, convertido en toro, Cadmo salió en busca de su hermana. Después de una serie de peripecias Cadmo mata a un dragón y la diosa Atenea se le aparece aconsejándole que sembrase los dientes del dragón. De los dientes salieron unos varones armados llamados Espartos.

Por otra parte Aspasia también insulta de bárbaros a los hermanos gemelos Egiptos (Arabia) y Dánaos (Libia), que también son parte de la mitología fundacional de Grecia. Danaos es según la mitología, rey de Argos en el Peloponeso (Esparta), y su hermano Egiptos reina sobre la región que mas tarde se conocerá como Egipto.

Se trata también de personajes relacionados a la fundación de Esparta y por ello la mención de estos personajes mitológicos fundacionales griegos, como falsos héroes fundacionales, debe haber tenido acogida entre los atenienses.

Aspasia continúa argumentando a partir de allí que los demás Estados están formados por gente, cuyas constituciones representan la desigualdad ente los seres humanos y donde unos arbitrariamente gobiernan a otros. En cambio, Atenas, les dice Aspasia a los atenienses, en tanto está constituida por hombres igualmente puros todos, “no deseamos ser unos siervos o amos el uno del otro, sino que al haber nacido todos iguales por naturaleza aspiramos necesariamente a una igualdad también ante la ley, y una clasificación entre nosotros se debería llevar a cabo sólo en base al conocimiento que se tenga de nuestras destrezas y entendimiento.” (Menéxeno 238e-239a) Acá a partir de un recurso retórico xenófobo que apela al ego de las mayorías que suelen gustar de creer que valen más por el mero hecho de haber nacido de determinados padres en determinado territorio, Platón fundamenta la propuesta política que se esboza en la República. Esta controvertida propuesta igualitaria de una sociedad sin propiedad privada y con igual acceso a la educación a todos los niños y niñas atenienses, para que destaquen los realmente mejores, no sería aceptada fácilmente por la población ateniense de aquella época, por lo que valerse de recursos retóricos como éste se hace válido para un bien superior, que sería la institución del modelo político planteado en la República de Platón.

Finalmente, después de hacer un repaso sobre las batallas de los griegos contra los bárbaros, Aspasia invoca a los atenienses presentes, que en nombre de los argumentos expuestos se hagan cargo de los ancianos, viudas y huérfanos.

Nos interesa con respecto al tema de la mujer que en este diálogo Menéxeno Platón

  1. posiciona a una mujer como maestra de Sócrates
  2. pone énfasis en señalar el ejemplo de una mujer con grandes capacidades intelectuales y estratégicas, que sabe poner los intereses de la Polis, es decir, los intereses de la sociedad, por encima de sus intereses particulares o los de su familia (contrariamente al estereotipo de mujer que propone el discurso de la “Ética del cuidado”).

En resumen, podemos decir que Platón sentía un gran aprecio intelectual por alguna de las mujeres de su tiempo y que pensaba que debían acceder a la misma educación que los varones, y ejercer las mismas funciones junto con ellos. Esto no tanto en bien de las mujeres, como por el bien de toda la sociedad, pues unas mujeres ignorantes no pueden educar hombres nuevos mejores.

Con ello se sientan las bases de las banderas del feminismo: Lo que exigimos las mujeres es equidad con respecto a nuestros pares varones en la educación y en el ejercicio de todas las actividades de la sociedad. Los desarrollos importantes del feminismo posteriores a Platón que siguen hasta el día de hoy se refieren principalmente a las estrategias de cómo lograr este objetivo o al estudio y reflexiones sobre el origen de las trabas psicológicas de las mujeres y varones que impiden que esta equidad se convierta en una realidad o al análisis político o sociológico de las sociedades que imponen, fomentan o nutren la inequidad.

Carmen Zavala

Carmen Zavala es licenciada en Filosofía (PUCP) y Maestra y Doctora en Filosofía (UNMSM). Ha sido docente de filosofía en diferentes universidades durante varios años. Es codirectora del Proyecto de Práctica Filosófica Buho Rojo, que organiza Cafés Filosóficos presenciales en Lima todos los sábados desde 1998, entre otros proyectos. Ha publicado diversos artículos entre ellos: “Aspasia y Diótima: Las maestras de Platón ¿Qué nos dice Platón sobre las mujeres y por qué eso es relevante hoy?” Revista Iberoamericana de Filosofía Solar, Vol.15, N° 1, Lima, 2020 y “¿Fue Platón un filósofo autoritario y esclavista o democrático y antiesclavista?” Reflexión y Crítica N° 12, Revista de la Facultad de Letras y Ciencias Humanas, Lima: UNMSM, 2019.


[1]   POPPER, Karl, La sociedad abierta y sus enemigos, Libro 1  “Un igualitarismo similar fue expresado por el sofista Hipias, a quien Platón representa como dirigiéndose a su audiencia: «Caballeros, creo que todos somos parientes, amigos y conciudadanos; si no por la ley convencional, sí por naturaleza. Porque, por naturaleza, la semejanza es una expresión de parentesco; pero la ley convencional, la tirana de la humanidad, nos obliga a hacer muchas cosas que van contra la naturaleza». Este espíritu estaba ligado al movimiento ateniense contra la esclavitud (mencionado en el capítulo 4) al que Eurípides dio expresión: «Sólo el nombre es lo que deshonra al esclavo, el cual que puede ser excelente en todos los sentidos y verdaderamente igual al hombre nacido libre». En otro lugar, dice: ‘La ley natural del hombre es la igualdad’. Y Alcidamas, discípulo de Gorgias y contemporáneo de Platón, escribió: «Dios ha hecho a todos los hombres libres; ningún hombre es esclavo por naturaleza». Opiniones similares son también expresadas por Licofrón, otro miembro de la escuela de Gorgias.»

[2]   POPPER, ob.cit. “Ahora tenemos pruebas muy sólidas de que el movimiento ateniense del siglo V contra la esclavitud no se limitó a unos pocos intelectuales como Eurípides, Alcidamas, Licofrón, Antifón, Hipias, etc., sino que tuvo un éxito práctico considerable. Esta evidencia se encuentra en los informes unánimes de los enemigos de la democracia ateniense.”

[3] Menéxeno de Atenas que aparece también como interlocutor en el Lisias y es mencionado en el Fedón 59b

[4] NAILS , Debrah, “ The people of Plato”, Indianapolis: Hackett, 2002, p.203:Menéxeno de Alopece, hijo de Sócrates, nacido antes del 402 a. C. Madre: Jantipa, hermanos Laproclo II y Sofronisco II, probablemente el hijo menor de Sócrates y  ÜBERWEG, Grundriss der Geschichte der Philosophie. Sophistik-Sokrates-Sokratik-Mathematik-Medizin, Basilea: Schwabe&Co. AG, 1998, p.148

[5] González Suárez, Amalia; Amorós Puente, Celia. Lo femenino en Platón. España: U. Complutense de Madrid, 2006. p 38.

[6] Este fragmento del Menéxeno es citado también por Aristóteles en su Retórica 1367b8 “… como Sócrates solía decir, no es difícil elogiar a los atenienses frente a una audiencia ateniense” y  1415b31 “Porque es cierto, como dice Sócrates en su discurso fúnebre” (nombre antiguo del Menéxeno), que ”la dificultad no consiste en elogiar a los atenienses en Atenas sino (a los atenienses) en Esparta.”

 

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