| Por Piero Alonso. |
Fedro pertenece a los diálogos de madurez de Platón. Es muy probable que el filósofo lo haya escrito cuando tenía 57 años, entre los años 385-370 a.C. Uno de los grandes problemas que aborda es el del amor, aunque, otro más espectacular es el de la memoria y la escritura, condensado en el mito de Theuth y Thamus. ¿Es lo mismo recordar con la ayuda de un texto que hacerlo sin él?, ¿cuál es la diferencia primordial entre un discurso hablado y uno escrito?, ¿no es paradójico que siendo Platón un excelente escritor haya desvalorado tanto la escritura? Si se considera la propuesta platónica del mundo de las Ideas, no resulta tan descabellado. Es decir, “las palabras tienen vida, mientras que las letras son imitaciones de las palabras” (Platón & Alegre, p.106, 2018). Así como la escultura, la escritura pertenece al mundo empírico, y no al ideal. ¿Es posible que la escritura en lugar de ayudar a recordar, ayude a olvidar? El mito de Theuth y Thamus se sitúa en aquella cuestión. Esta historia inicia en Egipto, sin embargo, continúa en el presente. Theuth era el dios que había descubierto las matemáticas, la astronomía, y las letras. Quería difundir sus conocimientos a todos los egipcios, y para ello visitó a Thamus, el rey de Egipto en ese entonces.
Desconfiado, el soberano le pidió a la divinidad que le mencionara las ventajas y las desventajas de cada uno de los conocimientos que éste ofrecía. Lo interesante surge a continuación: al llegar a las letras, Theuth le aseguró a Thamus que éstas harían más sabios y memoriosos a los egipcios. “Se trata de un fármaco de la memoria y de la sabiduría” (274e). Pero, con la misma seguridad, el monarca increpa a la deidad diciéndole “es olvido lo que producirán en las almas de quienes las aprendan, al descuidar la memoria” (275a). De nuevo, el mundo de las Ideas aparece: dado que la psyché está encerrada en el cuerpo, y éste es inferior a ésta, no obtendrá nada bueno de él como sí lo hará de sí mismo. En otras palabras, la memoria para Platón descansa en la psyché, no en el texto. Por ello, Thamus dirá que las letras no son un fármaco, más bien, un simple recordatorio.
En 1997 se publica Plato: Complete Works, editado por John M. Cooper, especialista en filosofía antigua. Hay un ejemplar de este libro en la biblioteca del Búho Rojo, en el estante de Idiomas. Mide más de cinco centímetros de alto, es de tapa dura roja, y todavía perdura su sobrecubierta crema.
En la introducción que Cooper redacta para la sección de Phaedrus (Fedro), resalta la contradicción entre la conclusión de Thamus y el estilo de Platón. A saber, “(…) in engaging its reader in a creative, multi-layered intellectual encounter, have a similar capacity for ever-deeper reading (Cooper, p.507, 1997).” Traducido sería: Platón envuelve a sus lectores con creatividad, presenta encuentros intelectuales de diversas aristas, tiene una capacidad similar para cada nivel de lectura). Cooper (1997) termina diciendo que, a pesar de encontrar el conocimiento solo en la mente, el Fedro y la crítica que hace de la escritura, es una buena manera de entrenar para ello: “Knowledge is only in souls, but, despite the Phaedrus’ own critique of writing, Reading such a dialogue may be a good way of working to attain it (p.507).”
De vuelta al diálogo platónico, es interesante resaltar que en la versión española de Lledo (2014) se haya usado la palabra verdad (p.125), y, en la anglosajona de Cooper (1997), reality (p.552). El contexto de ambos casos es la discrepancia de Thamus contra Theuth, en español, por un lado, se hace la siguiente contraposición al conocimiento, “apariencia de sabiduría es lo que proporcionas a tus alumnos, que no es verdad” (Platón & Lledo, p. 125, 2014); y, en inglés, por otro lado, “you provide your students with the appearance of wisdom, not with reality” (Cooper, p. 552, 1997). ¿Verdad y realidad son equivalentes?, ¿Cuál de los dos es más preciso como antónimo de apariencia?, a este punto es necesario diferenciar los sentidos de verdad y realidad que condicionan el contexto en el que están siendo utilizados. Ferrater (1951) hace una similitud entre Verdad y ser verdadero (p.970) en su diccionario. Ambos términos se refieren a una entidad que no tiene la misma naturaleza que las cosas del mundo empírico, o, en todo caso, es aquello que subyace a aquellas cosas, la esencia, algo estático en el mundo griego: αλήθεια. A diferencia del mundo hebreo, en donde la verdad es fidelidad: ’emunah. Las dos palabras siguen refiriéndose a una abstracción. En cambio, realismo tiene una connotación menos subjetiva: atiende a los hechos tal como se presentan, sin pretender violentarlos por medio de las ideas o, mejor aun, de los ideales (Ferrater, p.792, 1951). A este punto, resulta curioso que una misma palabra tenga dos connotaciones distintas en diferentes idiomas, ¿no es la verdad una realidad personal mientras que la realidad una verdad grupal?
Bibliografía:
Cooper, J. (1997). Plato: Complete Works. Hackett Publishing Company.
Platón, & Alegre, A. (2018). Diálogos I: estudio introductorio. GREDOS.
Platón, & Lledo, E. (2014). Fedro. GREDOS.
Ferrater, J. (1951). Diccionario de filosofía. Editorial sudamericana.




