
Por Willy Romero.
¿Qué te parece si dejamos la tierra y nos fragmentamos
cual amor que se echa a perder?
¿o si dejamos de alimentar el esófago con tanta humareda propicia?
O si nada de ello te impresiona, imaginemos que hubo
un demiurgo, casi un Propercio a la inversa
que quiso hacer protesta de cabellos y muletillas atolondradas,
con la banderola del marfil destiñéndose
como el canto al cero binomio
que angustiaba y callaba a las radios
-Imposible enzarzar en la fiesta el intersticio
¡Demiurgo, calla! ¡Deja que me acueste en sus llamas!
¿Aquello te encantaría, no es cierto? Pero es mejor no apresurarse, déjate confiar en el cadalso
de atornasolados pies a la placa del fieltro
mientras padres miran sin orgullo el traje de villano
en el tono presente de las navidades pasadas
Que por más azafrán que devore al pez
ese niño o pibe que adorna sus ojos con los percales bordes de la melancolía
seguirá soñando que los poetas son superhéroes
o que las damas retornan al percal.
– Por favor no te detengas ante los lados
de aquel anciano grabador que te acosa de reojo
y te maldice cada vez
que le haces recordar que has movido un cuadro
que pintaron la casa nuevamente sobre tu voz
Ahí es cuando todo lo anterior cumple su marcha frustrada
de antemano compréndete mutilado prontamente aprenderás lo demás por debajo de los gritos de un reloj
¡Liberen al César! ¡Se levantó la sesión !
¿A qué te referís, viejo?
Nada, Carlos, volvé a estudiar
¿Por qué te haría caso, si solo sos un viejo?
Ya lo sabrás, todos necesitan un corazón que nos aleje de las armas
